GUERRA ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA (1635-1659)

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Tras la victoria imperial y española de Nördlingen, Francia entra en la Guerra de los Treinta Años.


La victoria imperial y española que ha supuesto la batalla de Nördlingen -el pasado seis de septiembre 1634- sobre Suecia y los príncipes protestantes, disgusta profundamente a RICHELIEU por lo que, en la fecha, declara la guerra a España (1635-1659) lanzando una gran ofensiva contra los Países Bajos españoles. Previamente, se protege ocupando la Valtellina, para cortar las comunicaciones españolas desde Milán a los territorios imperiales; renueva su alianza con Suecia y con la liga protestante de Heilbronn y fortifica la frontera del Rin. Francia entra, por fin, en la Guerra de los Treinta Años rivalizando con la monarquía hispana para detentar la hegemonía en Europa.

Al declarar Francia la guerra a España, OLIVARES cree que al fin podrá llevarse a los catalanes a su órbita


Al declarar Francia la guerra a España, OLIVARES cree que al fin podrá llevarse a los catalanes a su órbita ya que en Catalunya, se considera al país vecino como el enemigo tradicional. Pero en esta ocasión, de resultas de sus diferencias con el ministro, Catalunya se limita a seguir al margen, al menos mientras no sea atacada.

El gobierno de Madrid envía fuerzas militares a Catalunya para defender la frontera de los Pirineos.


Ante la negativa de Catalunya a aceptar la “Unión de Armas”, a participar en la defensa común y a movilizar soldados, el gobierno de Madrid envía fuerzas militares a Catalunya para defender la frontera de los Pirineos. La historiografía nacionalista ve en este hecho un intento de dominar a Catalunya para los planes centralistas del conde-duque de OLIVARES, por esto se ha dicho que, desde 1635, hubo un ejército de ocupación en Catalunya. Ya empezaron entonces las pendencias entre la soldadesca (casi toda extranjera) y la población, a causa de la conducta de los soldados, pero también de la excitación en que estaba el pueblo

Catalunya se convierte en uno de los escenarios fundamentales de la Guerra de los Treinta Años.


Desde 1635, Catalunya se convierte en uno de los escenarios fundamentales de la Guerra de los Treinta Años entre las monarquías francesa e hispánica. Esta guerra arrasará Catalunya con una brutalidad similiar a la que afectará los territorios checos, alemanes flamencos o italianos. En la Europa de la época, la presencia de tropas -tanto amigas como enemigas- constituye una especie de plaga de dimensiones casi apocalípticas.

La mala administración es la causa de una deuda pública cada vez más grande en Catalunya.


En Catalunya, el cobro de los impuestos confiere a la Diputació un poder excepcional, pero la mala administración es la causa de una deuda pública cada vez más grande y unas dificultades que, a principios del siglo XVII, llegan a ser muy preocupantes y contribuyen al cierre de cajas cuando el poder central -en la fecha- intenta que la Diputació contribuya a los gastos de la guerra con Francia.

Revoluciones campesinas en Francia debido a los nuevos impuestos para cubrir los gastos de guerra.


Los gastos militares ponen en peligro las finanzas reales de Francia, por lo que RICHELIEU crea la gabela (impuesto sobre la sal) y la taille (impuesto sobre la tierra). El clero, la nobleza y la alta burguesía evitan el pago, así que la carga recae en los segmentos más pobres de la población. Para facilitar el cobro de estos impuestos y luchar contra la corrupción, el Cardenal reemplaza los recaudadores locales por intendentes (funcionarios al servicio de la corona). Esta política sume a la mayoría del campesinado en una profunda miseria. Las revoluciones? campesinas se suceden principalmente en el sur entre 1636 y 1637, y en Normandía en 1639 y son violentamente sofocadas.

Las tropas españolas se disponen para dirigirse a la fortaleza de Leucata. Se añaden algunos catalanes.


Las tropas españolas se disponen para dirigirse a la fortaleza de Leucata. Con el fin de juntar un ejército, aparte de las escasas fuerzas regulares disponibles, se decide disponer de contingentes de milicias catalanas, pero éstos, siguiendo su Constitución “Princeps namque” que nada más obliga a los catalanes a luchar en guerras defensivas y teniendo en cuenta que Leucata es una plaza occitana, por lo que no se trata de una guerra para defender el territorio catalán, los catalanes no tienen ninguna obligación jurídica de participar en ella. A pesar de la general oposición se empiezan a formar unas pocas compañías de milicias catalanas para participar en la empresa. Girona ofrece una compañía de 90 hombres recomendada por Galcerán de Cartellà Barón de Falgons para servir durante 3 meses en la campaña, una Compañía de la Villa de Olot y Conde de Peralada con 400 hombres y un Tercio de 500 hombres pagado durante 3 meses por el Consell de Cent de Barcelona.

El Consejo de Ciento barcelonés acepta pagar unos meses los gastos de un batallón de 500 hombres.


En la guerra contra Francia, por fin, en agosto de 1637, el Consejo de Ciento barcelonés acepta pagar durante cinco meses los gastos de un batallón de 500 hombres que deben reclutarse en el Principado.

El ejército español cruza la frontera. Severa derrota. Olivares acusa a los catalanes de no haberse implicado.


El ejército español, cruza la frontera. Los franceses -entre el 27 de agosto y el 29 de septiembre-infligen una severa derrota a las tropas? españolas. Vueltas las tropas españolas a su punto de partida son debidamente guarnecidas las fortalezas fronterizas del Rosellón y de la Cerdanya y el resto de la tropa se distribuye entre varias localidades catalanas, donde queda alojada para invernar OLIVARES acusa a los catalanes de no haberse implicado en la campaña, y estos replican que ha estado mal planificada por los castellanos.

Olivares ofrece el puesto de virrey al conde de Santa Coloma de Queralt, uno de los nobles con más clientela.


OLIVARES en vista de que no logra nada de los catalanes, quiere probar con un virrey catalán, a modo de cortina de humo. En 1638 le ofrece el puesto al conde de Santa Coloma de Queralt, uno de los nobles con más clientela desde que encabezara la oposición en las cortes. El conde de Santa Coloma, pese a su entusiasmo, no está ni mucho menos a la altura de las circunstancias. Claro que tampoco se le dan facilidades y, además, los acontecimientos le arrollan.