L.Postumio ALBINO, pretor de la Ulterior, acosando a los lusitanos, llega al territorio de los vacceos y vettones a los que vence llevando el triunfo a Roma.

Tiberio SEMPRONIO GRACO firma un tratado de paz con los vacceos intentando mantener la paz con estas tribus recién incorporadas a cambio de un tributo anual a Roma, de prestar servicio militar en calidad de auxilia y no fortificar sus ciudades, también distribuye tierras cultivables entre los Celtíberos. Este tratado se mantendrá vigente durante 25 años sin que ninguna de las partes lo vulnere. Hispania disfrutará de relativa paz y tranquilidad. La inteligente política peninsular de GRACO será un factor importantísimo para la romanización.

En el año 154 aC el pueblo celtíbero de los belos comienza a construir en Segeda una muralla que Roma, de forma interesada, considera un desafío y una ruptura del tratado con GRACO, dando lugar de este modo a la segunda guerra celtibérica en el año 153 aC (153 aC – 133 aC).

En la segunda guerra celtibérica, el cónsul Quinto Fulvio Nobilior, al frente de 30.000 hombres, es derrotado por un ejército de numantinos y belos y es nombrado pretor de la Hispania Ulterior C.L. Mummio.

El cónsul Claudio Marcelo consigue conquistar algunas ciudades celtíberas, aunque no logra firmar una acuerdo de paz. Posteriormente se dirige a Numancia, pero no llega a atacar a la ciudad. Ante la situación generada, Roma concede a los arévacos la autonomía bajo ciertas condiciones, con el objetivo de aislar a los vacceos.

Los vacceos, pese a que siempre han rehuído el combate abierto contra Roma, se ven atrapados en la guerra celtibérica. LÚCULO saquea sus ciudades -Cauca e Intercatia- en el 151 aC y su campaña será imitada posteriormente por otros jefes romanos: M.Emilio Lépido (137 aC), D.Junio Bruto (137 aC), P.Cornelio Escipión (134-133 aC).

En la Meseta continúan las campañas y así, en el año 142 aC. los pueblos de la Celtiberia Ulterior son atacados por un ejército al mando de Quinto Cecilio Metelo, quien consigue derrotar a los vacceos, pero no logra someter a las ciudades de Termancia y Numancia que continuarán resistiendo un año después a los envites de un nuevo ejército, el de C. Pompeyo.