CARDENAL GRANVELA

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Felipe II, deja el gobierno de los Países Bajos en manos del Consejo de Estado y del cardenal Granvela.


Si FELIPE II hubiera permanecido en Bruselas para supervisar la puesta en marcha de esta nueva política quizá todo hubiera funcionado bien: Sin embargo, vuelve a España y deja el gobierno prácticamente en manos del Consejo de Estado presidido por Antoine Perrenot, obispo de Arrás (conocido posteriormente como Cardenal GRANVELA), al que nombra su ministro principal en los Países Bajos. En realidad, Granvela parece el único ministro de FELIPE II en los Países Bajos, ya que sólo con él discute de política.

Margarita de Parma toma sus decisiones asesorada por el cardenal Granvela, ignorando a los demás consejeros.


MARGARITA de Parma toma sus decisiones asesorada por el cardenal GRANVELA, ignorando a los demás consejeros, lo que coloca a los Países Bajos en la pendiente de la rebelión al sentirse los demás consejeros marginados de la política real. Entre estos consejeros se distinguen los nobles católicos: EGMONT, HORN y GUILLERMO de Orange, llamado este último el Taciturno por su escasa afición a la charla. El cardenal GRANVELA ha aplicado: Incremento de los impuestos, decretos del Concilio de Trento como leyes de Estado, auge de la Inquisición, oposición a la participación de los Estados Generales en el gobierno. Por todo ello, los nobles en los Países Bajos creen que FELIPE II debería acudir para poner paz y orden personalmente, pero su majestad no está dispuesto a emprender ese viaje, una y otra vez lo dará como aplazado.

Amberes es el foco de la infección protestante y la regente realiza inútiles esfuerzos para someter a todos a la voluntad última del rey.


Amberes es el foco de la infección protestante y la regente realiza inútiles esfuerzos para someter a todos a la voluntad última del rey. GRANVELA actúa sin necesidad de consejos ni órganos consultivos. Los condes de HORN y EGMONT y el príncipe GUILLERMO de Orange protestan ante la duquesa de Parma, MARGARITA de Austria. FELIPE II les ofrece entonces la posibilidad de ser recibidos en Madrid para oir personalmente todo lo que tengan que opinar sobre Granvela y su actividad como consejero de doña Margarita. Así, concede audiencia privada a EGMONT en Madrid. FELIPE II hace retirar los tercios estacionados en el país y destituye al odiado GRANVELA.