GREGORIO XI (Papa)(1371-1378)

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GREGORIO XI -papa- (13.12.1370-26.3.1378). Papa originario de Francia.


Pedro Roger de Beaufort es entronizado papa como GREGORIO XI -papa- (5.1.1371-26.3.1378). Papa originario de Francia. Es un hombre culto y sabio. Ha estudiado con el famoso jurista de Perusa Pietro Baldo degli Ubaldi y es amigo de las artes y las letras, que concentrará en la biblioteca de Aviñón gran número de preciosos manuscritos. En el terreno político fracasa en el intento de reconciliar a Francia e Inglaterra inmersas en la Guerra de los Cien Años. Por el contrario logra que ENRIQUE II de Castilla, PEDRO IV de Aragón y CARLOS el Malo de Navarra no lleguen a las armas en sus disputas territoriales mediante varios matrimonios concertados.

GREGORIO XI coloca obispos franceses al frente de las diócesis italianas provocando el rechazo popular.


Siguiendo la misma política eclesial que sus antecesores, GREGORIO XI coloca obispos franceses al frente de las diócesis italianas provocando el rechazo popular, lo cual es aprovechado por Bernabó Visconti para apoderarse, en 1371, de Reggio y de otros territorios pontificios. GREGORIO XI responde enviando una bula de excomunión a Bernabó quien hace comer a los legados que se la comunican el pergamino sobre la que está escrita.

El Papa GREGORIO XI declara la guerra a Bernabó que resulta favorable a éste hasta que GREGORIO logra varios apoyos.


El Papa GREGORIO XI declara la guerra en 1372 a Bernabó que resulta favorable a éste hasta que GREGORIO logra el apoyo del emperador, de la reina de Nápoles, del rey de Hungría y de John Hawkwood, jefe de los mercenarios ingleses que combaten en la Guerra de los Cien Años.

Bernabó entabla conversaciones de paz logrando la firma, en 1374, de una acuerdo muy favorable mediante el soborno de los legados pontificios.


La coalición de fuerzas que contra Bernabó a conseguido reunir el papa GREGORIO XI, obliga a Bernabó a entablar conversaciones de paz logrando la firma, en 1374, de una acuerdo muy favorable mediante el soborno de los legados pontificios.

Catalina de Siena consigue convencer a GREGORIO XI para que regrese a Roma y fije nuevamente en la Ciudad Eterna la sede pontificia.


La crisis en Italia no se soluciona ya que GREGORIO XI mantiene a los obispos franceses en territorio italiano, y los florentinos temerosos de que ello aumente la influencia papal en su zona de influencia, se alían con Bernabó Visconti en 1375 y provocan innumerables insurrecciones en los territorios pontificios. El Papa responde poniendo a Florencia bajo un interdicto, excomulgando a sus habitantes y declarando ilegales sus posesiones. Las pérdidas económicas de los florentinos hace que busquen la intermediación de Catalina de Siena que viaja a Aviñón para entrevistarse con GREGORIO XI. Catalina no logra reconciliar a los florentinos con el Papa, pero lo que sí consigue es convencer a GREGORIO XI para que regrese a Roma y fije nuevamente en la Ciudad Eterna la sede pontificia.

Los florentinos piden la ayuda de CATALINA de Siena y después, pasando del miedo a la insolencia, la desautorizan.


Los florentinos, temerosos de las consecuencias de la medida adoptada contra ellos por GREGORIO XI, deciden pedir a CATALINA de Siena (1347-1380) que se desplace a Aviñón e interceda a su favor ante el Papa. Así lo hace, logrando calmarle; pero luego, pasando del miedo a la insolencia, envían otra embajada que la desautoriza y destruye toda su labor en favor de la conciliación.

La Repúbica de Florencia, ferozmente antifrancesa, grava al clero con unos impuestos claramente ilegales.


La Repúbica de Florencia, ferozmente antifrancesa, grava al clero con unos impuestos claramente ilegales, mientras se producen actos de violencia contra buen número de sacerdotes, que quedan impunes. La Señoría -el Senado de la ciudad- se alía con Milán, Bolonia y otras ciudades -la Liga Toscana- y se enfrentan al Papa y a sus legados, que eran franceses. GREGORIO XI -que está en Aviñón- invita a los 59 jefes de la Liga a parlamentar con él, pero sólo tres acuden a Aviñón. Entonces, irritado, pone a Florencia en estado de entredicho.

El Inquisidor EYMERIC se encuentra en Aviñón redactando su Directorium Inquisitorium cuando llega a la ciudad CATALINA de Siena.


El Inquisidor EYMERIC se encuentra en Aviñón redactando su Directorium Inquisitorium cuando llega a la ciudad CATALINA de Siena acompañada de sus amigos, envuelta en el hábito de su Orden, luego de atravesar los Alpes. Lleva el estigma de las llagas de Cristo y vive solamente del Santo Sacramento. Anima al papa GREGORIO XI a que vuelva a Roma, recordándole la promesa que le ha hecho en cierta ocasión, cuando era aun cardenal, de restaurar la cátedra de S. Pedro si llegaba a ser Papa. La Inquisicón comienza a realizar sus investigaciones sobre CATALINA mientras está en Aviñón. El pueblo ha empezado a murmurar que ella puede ser, despues de todo, una de aquellas falsas místicas que parecen ser santas sin serlo y están llenas de herejía y de todas las locuras.

Se forma un movimiento de opinión que quiere el retorno del papa a su residencia natural, o sea, Roma.


Sin embargo, se forma un movimiento de opinión que quiere el retorno del papa a su residencia natural, o sea, Roma. CATALINA de Siena (1347-1380), a partir de entonces, se dedica con renovados bríos a la tarea fundamental que la ha llevado a Francia: convencer al Papa para que regrese a Roma. Su principal argumento es que el sucesor de San Pedro es obispo de Roma y debe regresar a su diócesis… Incansable, suplica, amonesta, anima e incluso amenaza a GREGORIO XI -que es un hombre bueno, pero dubitativo y débil- y, a la postre, logra su propósito.

Por fin proveniente de Aviñón, entra el Papa en la Ciudad Santa, montado en una mula blanca.


Por fin llega el día de la gran victoria de CATALINA de Siena, cuando el Papa GREGORIO XI -a pesar de las protestas y la resistencia de los cardenales franceses- abandona Aviñón. Por fin, en la fecha, entra el Papa en la Ciudad Santa, humilde, desarmado, montado en una mula blanca. El pueblo baila de alegría y las flores llueven sobre el que vuelve del destierro. Aviñón hasta la Revolución Francesa, permanecerá administrada por un nuncio pontificio: durante este periodo, verdaderamente feliz, la ciudad se embellecerá con iglesias, monumentos y hoteles. Sólo dos acontecimientos turbarán su vida: uno terrible, la peste del 1721 que dejará con vida solamente un cuarto de los habitantes (que eran 80.000); el otro, en el 1791, es la reunión de la ciudad y del campo aledano Venassino a Francia.