En la fecha, una flota catalana, al mando de Gisbert de Castelnou, bajo las órdenes de FERNANDO IV, rey de Castilla, desembarca las tropas del héroe de Tarifa, ALONSO PÉREZ de Guzmán -Guzmán el Bueno- en la costa oriental de Gibraltar, seguramente en el punto aún hoy conocido como bahía de los catalanes, único practicable para realizar tal operación. Pronto GUZMÁN y sus hombres, consiguen escalar la cima del peñón de Gibraltar y construir con portentosa rapidez una torre desde la que bombardean el complejo de fortificaciones benimerí. Los benimerines, inutilizadas sus defensas y sin posiblidades de esperar refuerzos marítimos en virtud del bloqueo montado por las naves de GISBERT, entregan la plaza a GUZMÁN el Bueno, que la recibe en nombre del rey de Castilla. Ese mismo día, GUZMÁN escribe de su puño y letra a JAIME II el Justo, rey de Aragón, comunicándole la toma de Gibraltar, así como el agradecimiento en nombre de su señor D.FERNANDO por la colaboración prestada por GISBERT y su flota.

Castilla, en la fecha, firma en Algeciras un tratado de paz con Granada, que resulta muy beneficioso ya que son devueltas varias plazas conquistadas poco años antes y vuelve a constituirse en vasallo de Castilla.

Nace en Salamanca, ALFONSO (el que será Alfonso XI el Justiciero), hijo de FERNANDO IV de Castilla y León y de CONSTANZA de Portugal.

Explica la leyenda que, en la fecha, FERNANDO IV el Emplazado se dirige a poner sitio al castillo de Alcaudete cuando comparecen ante él dos sospechosos de asesinato, los hermanos Carvajales. Como tiene prisa los condena a muerte sobre indicios insuficientes y aprovechando que están en Martos, ciudad famosa por su peña, decide que la ejecución consista en despeñar a los reos en sendas jaulas de hierro desde la altísima Peña. Los condenados protestan que son inocentes y emplazan al monarca a “Juicio de Dios” para que en el plazo de un mes comparezca ante el tribunal divino.

Cuando FERNANDO IV el Emplazado está adquiriendo la necesaria autoridad en Castilla e interviene decididamente en los conflictos granadinos, le sobreviene la muerte. FERNANDO IV muere sin duda alguna como consecuencia de la tuberculosis que padecía. La leyenda le da el nombre de “el Emplazado” por haber sido citado al tribunal de Dios por los hermanos Carvajales, en el momento de ser ajusticiados, para responder de su sentencia que consideraban injusta. Fue hallado muerto el rey en su cama, treinta días después de esta ejecución.