LEÓN VIII (Papa) (964-965)

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Coronación del Papa LEÓN VIII, una vez depuesto JUAN XII por el emperador OTÓN I.


El Papa JUAN XII es un nefasto personaje, sólo atento a la satisfacción de sus placeres. No bien OTÓN I deja Roma, JUAN XII sintiendo la pesadez del yugo alemán, que él mismo se ha impuesto, comienza a conspirar contra él, con el activo apoyo de BERENGARIO II. Enterado el emperador, regresa de nuevo a la Ciudad Eterna, convoca un sínodo y JUAN XII es depuesto eligiéndose a LEON VIII que será coronado el 4 de diciembre. BERENGARIO es llevado a la ciudad alemana de Bamberg como prisionero. Su esposa, que se ha refugiado en la fortaleza del Lago Orta, también es capturada y conducida con él a Bamberg.

Apenas se va de Roma el emperador OTÓN, JUAN XII vuelve con el ánimo de vengarse.


Apenas se va de Roma el emperador OTÓN, JUAN XII vuelve con el ánimo de vengarse. Con gran prisa convoca, en febrero de 964, un sínodo en S. Pedro en el que sólo participan 16 obispos. Es declarado nulo el proceso contra JUAN XII y depuesto y excomulgado el papa LEON VIII. JUAN XII, por su parte se venga de sus adversarios haciéndoles cortar la nariz y la lengua.

BENEDICTO V cardenal diácono de amplia cultura, es elegido papa por los romanos, obviando a LEÓN VIII.


BENEDICTO V cardenal diácono de amplia cultura lo que le vale el sobrenombre de “el Gramático”, es elegido papa por los romanos, al morir el papa Juan XII, obviando a LEÓN VIII el protegido del emperador OTÓN I que había sido impuesto por éste.

BENEDICTO V es depuesto por el emperador. En su lugar se repone a LEÓN VIII.


OTÓN I al tener noticias del nombramiento de BENEDICTO V, retorna a Roma, donde el 23 de junio de 964, tras apresarlo, lo depone al rango de diácono y lo destierra en Hamburgo tras haber hecho BENEDICTO V formal renuncia de su derecho a la silla de Pedro. Un sínodo posterior lo tachará de usurpador. A continuación, OTÓN I repone en la silla de San Pedro a su protegido LEÓN VIII (23.6.964 – 1.3.965) y BENEDICTO V es exiliado a Hamburgo. A LEÓN VIII se le atribuyen dos bulas por las cuales el papa concede a OTÓN y a sus sucesores el derecho de nombrar a todos los obispos del Imperio y hasta al propio pontífice. (Hoy esos documentos son considerados apócrifos admitiéndose que fueron compuestos en tiempos de la lucha por las investiduras, con el fin de apoyar las pretensiones imperiales).