En la zona de Canaán, se desarrolla la cultura natufiense (Wadi al-Natuf, 10.000 – 8.300 aC). Canaán (posteriormente Palestina) es la región que se extiende por la orilla extremoriental del Mediterráneo. Se cuenta entre los focos más antiguos de civilización. Se trata de una franja de tierra de unos 150 km de ancho que va desde los desiertos arábigos al mar Mediterráneo, y de 60 km de largo entre las estribaciones del monte Hermón y el desierto de Néguev.

Por estas fechas, existe ya en Canaán una ciudad llamada Jericó en Tell es-Sultan, a poco más de veinte km. al nordeste de la actual Jerusalén. Sus casas con muros circulares se parecen a tiendas de nómadas. Pero sus moradores no conocen aún la cerámica. (Cuando en 1953 sus restos son excavados por una expedición británica, la directora de la empresa, la doctora Kenyon, declara: “Jericó puede vanagloriarse de ser la ciudad más antigua del mundo”).

Los fenicios, pueblo de origen semita, que, según sus propias tradiciones, proceden del mar Eritreo (Golfo Pérsico), se establecen, por estas fechas, en el Mediterráneo oriental, en la zona costera de Canaán (actual franja costera de los territorios de Líbano y Siria). Su territorio es una débil franja costera aislada del continente por una cadena de montañas, los Montes del Líbano cubiertos por espesos bosques de cedro, lo que los fenicios necesitan para construir sus excelentes naves, e incluso para, posteriormente, suministrar madera de alta calidad y precio al Egipto faraónico. Constituirán pequeñas entidades políticas independientes, organizadas como Ciudades-Estado, con una fuerte competencia entre unas y otras, ya que todas ellas quieren imponer su dominio a las demás. Buenos marinos y comerciantes, los navegantes fenicios se dedicarán, principalmente, a exportar sus productos por todo el Mediterráneo. El nombre de Fenicia proviene de los griegos quienes lo derivarán del que ellos usarán para designar la púrpura, ya que los fenicios manufacturarán un tinte de aquel color.

En Canaán se produce, a partir del tercer milenio, un notable progreso aunque ni remotamente comparable a las culturas del Eufrates y el Nilo. Es una época de gran desarrollo urbano, en la que la población aumentará, se construirán muchas ciudades y posiblemente se formarán algunas Ciudades-Estado gobernadas por élites guerreras, a menudo indoeuropeas, cuya situación geográfica las convertirá en peones de la estrategia de dominio practicada por las grandes potencias vecinas. Canaán deberá su fortuna y muchas de sus desgracias, a esta singular ubicación geográfica que la situará como puente obligado entre Asia y África.Varias de las ciudades que aparecen más tarde en la Biblia parecen haber existido ya en esta época.

En Canaán al final del tercer milenio existen pruebas abundantes de que la vida sufre un desgarro a manos de elementos seminómadas surgidos en el desierto al norte del país. Se ignora el nombre que estos nuevos pueblos se dan a sí mismos. Es, con todo, muy probable, que se trate de los amorreos (amorritas o amoritas). Ciudad tras ciudad son destruidas algunas con increible violencia. Sólo poco a poco se reiniciará el asentamiento y la reconstrucción de nuevos poblados.

Abraham tiene dos hijos: primero ISMAEL, nacido de Agar; después ISAAC, nacido de Sara. (Según la tradición religiosa, los árabes serán descendientes de ISMAEL; los judíos lo serán de ISAAC -a través de su hijo Jacob (Israel)-. Los judíos religiosos se considerarán, por ello, los descendientes auténticos de ABRAHAM porque Sara era la esposa legítima del patriarca, mientras que Agar era la sierva egipcia. Pero los árabes considerarán que ISMAEL era el primogénito, por lo que tiene prioridad sobre ISAAC. Aunque el origen de los árabes es un problema histórico aún no resuelto, parece indiscutible que la denominación de árabe se aplicará inicialmente a los beduinos instalados en la región que se extiende entre Siria y Mesopotamia, cuna indiscriminada de los pueblos semitas, en cuya rama sudoccidental acostumbran ser clasificados los árabes. Organizados en tribus, se producirán numerosos movimientos de tipo emigratorio. Esta emigración se potenciará bajo el Islam, que al mismo tiempo unificará las tribus y permitirá la formación de grandes imperios.)

Ver descendencia de Abraham

Los hijos de Israel, escapados de Egipto, tras la experiencia del Sinaí (los Diez Mandamientos), se concentran en Kadesh, oasis situado a las puertas de la parte sur de Canaán, desde donde intentarán la penetración directa, en la que fracasarán. Cerrada esta vía, darán un rodeo hacia el mediodía, por Eilat, evitando a los amalecitas, los moabitas y los edomitas, para disponerse en la más propicia posición de Transjordania. JOSUÉ -Moisés ha muerto- y toda su gente salta el Jordán para comenzar la ocupación de aquella tierra.

Así, pues, los seguidores de JOSUÉ entran en Canaán por el Oriente. El país está ocupado por diversos clanes, reagrupados en torno a pequeñas ciudades fortificadas en las cimas de las colinas. Canaán no está unificada en este período, aunque no se conoce, por otro lado, con todo detalle, la situación imperante, y los datos de la propia Biblia, son aqui de escasa utilidad. Unas veces la Biblia habla de tres tribus de habitantes primitivas, otras de cinco, otras de seis, otras de siete, otras incluso de diez. Se habla de los cananeos, de los amorreos, hititas, jiveos, perizeos, yebuseos, guirgasenos, amonitas…

El desplazamiento de la población que ocupa Canaán se realiza paulatinamente, como atestigua (Jc 1;16-36) pero de una manera decidida. JOSUÉ, después de sangrientas luchas, conquista y entra en posesión de la “tierra que mana leche y miel”. Se lee en la Biblia: “… y destruyeron todo lo que había en la ciudad y pasaron a cuchillo a los hombres, las mujeres, los niños y los viejos, incluso los bueyes, las ovejas y los asnos” (Josué 6;21). Mas tarde, el libro de JOSUÉ narrará este establecimiento como una epopeya maravillosa: los hebreos conquistarán el país, pero será Dios quien se lo conceda. Se inicia propiamente la historia de Israel.

Cuando los hijos de Israel ocupan la tierra, están los egipcios en franca decadencia mientras que el Imperio hitita o ya no existe o está a punto de desaparecer. Desde el punto de vista político, la conquista de Canaán (Palestina) por los hijos de Israel, no significa por lo pronto la sumisión de Canaán a una única potencia. El país se dividirá por regiones, en tribus, cuyos límites no siempre serán precisos y que se repartirán por Galilea, Samaría y al sur de Jerusalén. En una gran asamblea celebrada en Siquén, se establece un vínculo religioso -Confederación- entre las tribus que entran, así, en alianza con Dios (Jos 24).