En el año 958 los reyes de Italia BERENGARIO II y su hijo ADALBERTO otorgan a Génova ciertos privilegios, los primeros que recibe un municipio italiano. Estos privilegios marcan un inicio de independencia de la ciudad dentro del reino de Italia y se puede considerar como inicio de la República. Entre los privilegios concedidos están la inmunidad del territorio de la ciudad, así como las posesiones de sus habitantes, con lo que a partir de entonces los representantes de la monarquía tienen prohibida la entrada en las casas de los habitantes de la ciudad o exigirles alojamiento o manutención durante sus visitas oficiales. Finalmente se constituye en comuna independiente a finales del siglo XI o principios del XII. Las invasiones árabes provocan un declinar de comercio en todas las ciudades comprendidas en el arco costero entre Barcelona y Roma. Tras la expansión árabe, Génova tiene que limitar sus intercambios comerciales a los que se pueden lograr con la navegación costera.

Para los armadores italianos, las cruzadas son un verdadero filón comercial. Genoveses, pisanos y venecianos se aprovecharán de ellas para asentarse en el Mediterráneo oriental y comerciar con los infieles, una vez desaparecida la fiebre de las cruzadas.

El puerto de Mónaco pertenece a la República de Génova desde 1162 a raíz de una cesión otorgada por Raimundo de Tolosa.

La conservación de Cerdenya produce luchas constantes y fuertes gastos, porque Génova, rival de Catalunya en el Mediterráneo, fomenta revueltas entre los sardos, descontentos por la dominación extranjera (Pisa y Génova)

Entretanto, en la fecha, dos familias sardas, los Doria y los Malaspina, aliados de los catalanes durante la conquista, se revuelven contra ellos, disconformes con el sistema politico y administrativo imperante en la isla. Génova aprovecha la ocasión y pasa a ser soporte de la rebelión. Cuando las tropas de ALFONSO IV el Benigno reprimen la revuelta, incluyendo en su acción a los genoveses que se hallan junto a los rebeldes, se desencadena la guerra declarada entre Aragón y Génova. ALFONSO IV el Benigno nombra a dos delegados extraordinarios para reformar la administración. Pero los problemas no se solucionan y los altercados se sucederán hasta finales del siglo XV.

La lucha entre ambas potencias, Aragón y Génova, se inicia en el bloqueo de Cerdeña por parte de los genoveses, que queda establecido en 1330 por una flota al mando de Aiton Doria. Mientras, los catalanes atacan y saquean Savona. La querra marítima, en conjunto, es favorable a los genoveses que atacan las costas de Cerdeña e ,incluso, de Catalunya.

En la fecha, se produce un desembarco genovés en Cerdenya que culmina con la toma de Terranova y un importante sector en el norte de la misma. Tras ello, ALFONSO IV el Benigno se considera derrotado e inicia conversaciones para obtener la paz.

Las conversaciones de paz entre la Corona de Aragón y Génova iniciadas por Alfonso el Benigno se cierran este año -reinando PEDRO el Ceremonioso- con la firma de un tratado que determina el mantenimiento de las posiciones sostenidas en aquel momento por ambas partes.

Tras la tregua con los genoveses, PEDRO el Ceremonioso ha intentado consolidar su presencia en Cerdenya, sin conseguirlo claramente. La situación, de todas formas, se ha mantenido estable hasta 1347 en que se inician una serie de revueltas, azuzadas por la diplomacia genovesa.

Pronto surgen diferencias entre los monarcas castellano (PEDRO I el Cruel) y aragonés (PEDRO el Ceremonioso). Sus relaciones son tirantes. Castilla es aliada de Génova por necesidades comerciales. Pero existen otros factores de tirantez, como la presencia en Castilla de la reina LEONOR (madrastra de PEDRO el Ceremonioso) y sus hijos FERNANDO y JUAN. Llega incluso PEDRO I el Cruel a ambicionar que FERNANDO pueda destronar a su (de fernando) hermanastro PEDRO el Ceremonioso. Por su parte PEDRO tiene otra carta: la de ENRIQUE de Trastamara -hermano ilegítimo de PEDRO I el Cruel- que ambicionaba el trono de Castilla.