Muley Hafid, sultán de Marruecos.

Los almohades, en 1130, inician la invasión de Marruecos proclamando califa, en la fecha, al zenata ABD AL MÚMIM (1130-1163).

Los benimerines son musulmanes ortodoxos por lo que no hacen ninguna reforma religiosa como los almorávides o los almohades. Abú Yúsuf Ya’qúb (1258-1286) conquista, en la fecha, Marráquex y se proclama emir. Marráquex será la nueva capital del imperio de los benimerines. El nombre de esta ciudad es la que, al paso de los siglos, dará el nombre de Marruecos a todo el territorio del África Mediterránea occidental

Reunión de Tarbes, entre PEDRO el Ceremonioso y ENRIQUE de Trastámara en la que éste se niega a cumplir sus compromisos anteriores y, por tanto, entregar Murcia. La situación bélica en el Mediterráneo tampoco permite a PEDRO reclamarlos por la fuerza. PEDRO I se debe enfrentar en solitario contra quienes en su reino defienden aún la causa de ENRIQUE II.

En Tortosa son elaborados los Pactos de Tortosa, alianza ofensiva-defensiva entre CARLOS II el Malo de Navarra y PEDRO el Ceremonioso contra ENRIQUE II de Castilla que ha quedado vencedor en la guerra civil contra Pedro I el Cruel. A esta alianza entre la Corona de Aragón y Navarra se unen también Portugal, Marruecos y Granada, en un intento de bloquear totalmente a Castilla.

ENRIQUE II apoyado por las Cortes reunidas en Medina del Campo, empieza su lucha para romper el bloqueo a que está sometido por PEDRO IV el Ceremonioso y sus aliados: Granada y Marruecos, Portugal y Navarra. El primero en ceder es el rey de Granada que, en la fecha, firma la paz y regresa a sus fronteras primitivas.

Ceuta rechaza un potente ataque marroquí.

Los benimerines, expulsados de la península definitivamente en 1344 continúan en Marruecos (África) hasta que en 1465, al morir asesinado Abd al-Haqq, el último de sus representantes, es reemplazada la dinastía por la de los Wattásíes (1465-1549) que constituye un sultanato.

En 1574, SEBASTIÁN I logra reunir otra escuadra y hace una incursión en Marruecos que apenas tiene trascendencia no pasando de ser, en realidad, una expedición de reconocimiento.

SEBASTIÁN I de Portugal sigue ausentándose continuamente de Lisboa, provocando con ello el descontento del pueblo lisboeta. Su afición a la caza y su sueño, cada día más avasallador en su espíritu, de consumar la conquista de Marruecos, como primer paso en la consolidación del imperio universal lusitano, consumen todo su tiempo y todas sus lucubraciones. Hacer una definitiva expedición al Norte de África llega a constituir una tiránica obsesión en el rey. Finalmente, en la fecha, desoyendo todos los consejos y subvalorando el poderío militar de Marruecos a la sazón, el rey se pone como un iluminado al frente de la expedición. En Alcazarquivir el desastre es total. El monarca desaparece en el combate y esta muerte dudosa será la causa de que surjan después varios impostores que intenten usurpar su personalidad.