Vladimir Putin ha dado un nuevo paso en su ambiciosa política para consolidar el nuevo papel de Rusia como gran proveedor energético mundial. El presidente ruso sella en Atenas un relevante acuerdo a tres bandas con Grecia y Bulgaria para la construcción y explotación de un gran oleoducto que garantizará el transporte del gas y el petróleo rusos hacia los mercados occidentales evitando la saturada ruta marítima del Bósforo. El proyecto, cuyo coste puede ascender a 900 millones de euros, deberá ser desarrollado y ratificado antes de final de año por los tres gobiernos involucrados en la operación.

El oleoducto, cuya construcción han acordado Rusia, Bulgaria y Grecia, pondrá fin a catorce años de discordia entre los tres países, especialmente por las reservas de Rusia sobre la viabilidad económica de la obra. La nueva situación creada por el precio del crudo ha variado la posición de Moscú, decidido a jugar todas sus cartas en el escenario energético global. El oleoducto en proyecto tendrá 280 kilómetros de longitud y unirá la terminal portuaria búlgara de Burgas con el puerto de Alejandrópolis, en Grecia. Esta obra permitirá exportar a los mercados internacionales el crudo del Caspio a través de una gran tubería que conectará el mar Negro y el norte del Egeo. Así, el gigante estatal Gazprom, brazo industrial de la política energética del Kremlin, dispondrá de una salida directa para inyectar carburante hacia el Mediterráneo desde el enclave de Novorosysk, mediante transporte en barco hasta la futura planta de Burgas y desde allí hasta Alejandrópolis a través del oleoducto.

Bulgaria y Rumanía, que tenían su ingreso pendiente, forman parte desde hoy de una Unión Europea con serias dificultades para funcionar cotidianamente, derivadas de su propia crisis de crecimiento y del bloqueo institucional que arrastra. Hay, dice la presidencia alemana, problemas de hacinamiento en la propia vivienda. La llegada de Rumanía y Bulgaria al club comunitario y el consiguiente nacimiento de la Europa de los Veintisiete en esta entrada de año es una buena noticia que sobreviene en un mal momento. La familia crece sin que la casa ni sus infraestructuras y los servicios hayan variado, salvo por leves chapuzas operadas en los últimos años para ir tirando (Tratado de Niza).