FELIPE II busca la paz con ENRIQUE IV, rey de Francia y de Navarra, pero prepara obstinadamente una nueva invasión de Inglaterra y en los astilleros y puertos de Cádiz se construyen lanchas, bajeles y embarcaciones con destino a Calais, lugar del que la armada habría de partir en su día para desembarcar en Irlanda.

La Monarquia Hispánica había sufrido otra nueva bancarrota en 1595, con lo que se abría paso la idea de algún arreglo, aunque sólo fuera una tregua provisional. España, consciente de que los Habsburgo dominaban el triángulo hispano-alemán-ítaliano, necesitando para ello la presencia en Flandes, y de que los Países Bajos, columna vertebral de Europa por su labor de encrucijada de tráficos marítimos (Báltico, Índico, Mediterráneo y Atlántico), eran vitales y, además, a “sensu contrario”, segura de que sus rivales harían lo posible para romper este esquema, no renunciaba a sus posesiones flamencas. Sólo modificaba el modo de ordenarlos en el conjunto de la Monarquia Hispánica.

Prohibición real de las funciones teatrales.

En la fecha, FELIPE II firma con Francia (Enrique IV) la paz de Vervine y adopta en los Países Bajos la solución planteada sobre este conflicto. Abdica de la soberanía de los Países Bajos a favor de su hija ISABEL CLARA (6/5/1598-13/7/1621) y de su futuro esposo, el archiduque ALBERTO. Con ello se procura mantener la fidelidad de las provincias católicas del sur (la futura Bélgica), mantener su defensa y aplazar para un momento más oportuno el asalto a las provincias del norte. Pero la ruptura entre el norte y el sur es ya definitiva y la independencia “de hecho” que no “de derecho” de las siete Provincias Unidas puede considerarse irreversible. El período de “los archiduques” goza de una consideración positiva general, por parte de los historiadores belgas, como etapa de relativa paz.

Los acontecimientos más importantes del reinado de Felipe II en su vertiente exterior, han sido: 1) la guerra de los Países Bajos, en la que se ajustó una desfavorable tregua de doce años (La Haya 1609); 2) La participación en la “Guerra de los Treinta Años”; 3) La boda de Ana con LUIS XIII de Francia y el futuro FELIPE IV con Isabel de Borbón de Francia; 4) el descubrimiento de Australia; 5) Expulsión de los moriscos (1609-1614). Su largo gobierno ha sido importante para Europa; sin él, la Contrarreforma católica es apenas concebible. Su política no ha sido en general favorable a Catalunya. Le han molestado los privilegios de los catalanes y la forma como los han defendido. Sus realizaciones han quedado muy por debajo de sus objetivos en su reinado de cuarenta y dos años. España ha obtenido una gran cantidad de oro y plata de sus colonias americanas, pero todo se ha desvanecido en sostener los ejércitos, y nada ha servido para fortalecer la economía. Han sido los rivales de España -Inglaterra, Francia y los Países Bajos- los que han aprendido a regir sus economías y a enriquecerse con el comercio ultramarino.

FELIPE II sintiendo próximo su fin, convertido su cuerpo en una gusanera viviente, se había dirigido por última vez al monasterio de El Escorial, invirtiéndose siete días en el viaje, pues el menor movimiento de su palanquín le ocasionaba agudos dolores. Al amanecer del día 13 de septiembre de 1598, en la pequeña habitación desde la que podía ver el interior de la gran basílica mandada construir por él mismo, fallece FELIPE II, a los setenta y un años de edad, minado por una enfermedad en la sangre y por la pesada carga de regentar un Imperio universal. Dos episodios que darán pábulo a la “Leyenda negra” serán la conducta del príncipe don CARLOS y el encausamiento de su secretario, ANTONIO PÉREZ.

Si FELIPE II supo hacerse odiar en la Inglaterra de María Tudor o en Flandes, los cronistas del siglo XVI nos dan muestras de que en España se le sentía de forma diferente. La leyenda negra es fruto del choque entre la concepción hispana de entonces, siempre a la defensiva, y toda una situación de ruptura continental, e incluso americana. Para hablar de FELIPE II hay que acercarse a su tiempo. Resulta así su actuación justificada y justificable por la propia diacronía de la historia. Sin embargo situar a este rey en la actualidad, de forma ajena a su mundo, a sus compromisos y a sus empresas, lleva a los biógrafos e historiadores parciales a un odio y a una animadversión que es fácil de compartir.

El país, en general, está desorganizado y en mala situación económica. Sigue la economía basada en la misma falsa teoría del siglo anterior. Lo importante es el oro y la plata, y estos metales llegan de las ricas tierras de allende los mares. Cuando tarda se piden adelantos a los genoveses. Nadie se preocupa de organizar industrias porque es más fácil comprar al contante lo procedente de otros países.

Tras intentar conseguir el perdón de la Corona sin éxito, Antonio Pérez fallece en París en la más absoluta pobreza en 1611.

Al tiempo que explora la vía oficial alemana, FRANCO decide tantear las posibilidades que le ofrece Johannes Bernhardt, un reputado comerciante prusiano que, instalado en el protectorado español en Marruecos, mantiene unas amistosas relaciones con la oficialidad allí destacada. Tras sostener dos entrevistas con FRANCO, este miembro de la Auslandsorganisation (el organismo nacionalsocialista que atiende las necesidades de los alemanes en el extranjero) acaba aceptando el encargo de viajar a Berlín en busca de una ayuda militar que se hace cada vez más perentoria. Lo hace en compañía del capitán Francisco Arranz, enviado personal de F?RANCO, y de Adolf Langenneim, jefe del partido nazi en Tetuán, quienes revisten la misión de un carácter más oficial.