En las costas meridionales del Mediterráneo, Roma desea hacerse con Numidia, el tramo litoral que se extiende al oeste de la desaparecida Cartago. Allí ha de luchar con YUGURTA, un gobernante númida que gana batallas sobornando a los generales romanos. De resultas de ello son exiliados algunos personajes notables. En la fecha, es elegido para el consulado Cayo MARIO siendo nombrado por plebiscito para dirigir la guerra contra YUGURTA.

Después de algunos reveses, Cayo MARIO, en la fecha, derrota a YUGURTA y Roma se apodera de todas las regiones del litoral meridional mediterráneo comprendidas entre Hispania e Italia. En estas campañas contra YUGURTA, MARIO abandona la práctica tradicional de reclutar tropas de la clase de los “adsidui” o propietarios y, simplemente, alista voluntarios del proletariado. La relación entre la posesión de propiedades y el servicio militar que se consideraba como una dedicación parcial del campesinado, queda totalmente rota y el servicio al ejército se convierte en una forma de empleo para hombres que no poseen tierras. No obstante, la consecuencia de ello es que los ejércitos proletarios empiezan a pedir alguna remuneración permanente por sus servicios y ya que el Estado no está preparado para garantizar un sistema regular de remuneración de lotes de tierras para compensar a los veteranos, los soldados acuden a sus jefes para obtener algún beneficio. De este modo los ejércitos se convertirán en instrumentos de los intereses políticos en manos de jefes sin escrúpulos que abundarán en la tardía república.

Cayo MARIO, el conquistador de Numidia, es elegido para un segundo consulado. Cayo Mario celebra en Roma su triunfo en la guerra de Yugurta. El mismo día, Yugurta es estrangulado en su prisión como enemigo del pueblo romano.

Batalla de Vercellae en la que Cayo MARIO destroza definitivamente a los cimbrios a los teutones y a los ambrones que se dirigen hacia Italia quedando totalmente extirpados y desaparecidos de la historia. Quiere la tradición que la batalla tenga lugar a los pies de aquella altura que más tarde tomará el nombre de Ste. Victoire. La victoria que MARIO consigue contra los bárbaros tiene una gran resonancia: en su honor y a su memoria, numerosas familias provenzales tendrán la costumbre de llamar Mario a uno de sus hijos. De todas maneras, el ejército de MARIO lo componen gentes de clase baja, cuya vida es más fácil en el ejército que fuera de él, con lo que se sienten satisfechos de convertirse en soldados profesionales. Además, como MARIO deja en claro que si gozan de mejores condiciones es gracias a él, se muestran más leales a su persona que al propio Estado. Otros generales aprenderán la lección y los ejércitos se volverán tan peligrosos para el pueblo y los gobernantes de Roma como los mismos enemigos de la República. De momento se ha vencido a los germanos, pero Roma seguirá hablando de ellos…

Los intereses populares cobran nuevo vigor y las viejas reformas de los hermanos Graco vuelven a ocupar un plano de actualidad impulsadas por el tribuno Saturnino y el pretor Glaucia, estando ambos en funciones en el año 100 aC, cuando Cayo MARIO es elegido cónsul por sexta vez consecutiva. Juntos, consiguen tierras para los soldados veteranos del ejército, pero su acción política fracasa en la consecución de tierras para el pueblo hambriento. Por otra parte, la oligarquía aristocrática que controla el Senado se ha enriquecido con los botines de las conquistas, en tanto que el pueblo llano, el pequeño campesino y el artesano, se arruina al no poder competir con la mano de obra esclava que aportan esas mismas conquistas.

Ese día, en que debían entrar en funciones los nuevos tribunos romanos, una dura batalla acaba con la revolución de Cayo Mario y sus aliados. Saturnino y Glaucia son asesinados por la multitud, y a duras penas consigue salvarse el mismo Mario.

La actual situación interna de Roma hace que en el año de la fecha, estalle la violencia y el desorden en Roma, siendo la revuelta duramente reprimida por Cayo MARIO quien pierde rápidamente popularidad. Y es que la muerte violenta de los hermanos GRACO ha dado comienzo al siglo I aC., el más terrible y convulso de la Historia de Roma. Durante ese siglo, Roma se desangrará en interminables Guerras Civiles, cuya causa será precisamente su poder y sus inmensos dominios. En efecto, las instituciones Republicanas, que han servido para gobernar la ciudad durante 500 años y la han conducido a la conquista del Mediterráneo, son insuficientes para administrar sus posesiones. Los romanos han dispuesto sus leyes para evitar que un solo hombre ostente el poder absoluto, pero los generales romanos se han vuelto demasiado poderosos. Apoyados en sus legiones y en los recursos de las provincias que gobiernan, pugnan entre sí para hacerse con el poder en solitario. Primero Mario y Sila, después lo harán Julio César y Pompeyo, y entre todos sumirán el Mediterráneo en un baño de sangre.

A partir del matrimonio del entonces todopoderoso Cayo MARIO, líder del partido popular, con una hermana del padre de CÉSAR, Julia, las cosas empiezan a cambiar para la familia de CÉSAR. CÉSAR padre llega a ser pretor y su hermano Sexto alcanza el consulado. Así entrará la familia en la “nobilitas” romana, pero nunca será muy bien aceptada en ella por deberse su ingreso a MARIO. De hecho, políticamente JULIO CÉSAR estará siempre al lado del partido popular, la bestia negra para la vieja oligarquía encabezada por esa “nobilitas”. Pero esto no le impedirá contar con apoyos en el medio nobiliario, gracias, sobre todo, a las relaciones de su familia materna, los Aurelios Cota. Cayo MARIO, que fallece en este año, hace nombrar a JULIO CÉSAR sacerdote de Júpiter (César tiene catorce años)

SILA, del partido de los optimates, es elegido por el Senado de Roma para que se dirija a Oriente a fin de sofocar el levantamiento general de los griegos y asiáticos contra Roma estimulados por el rey del Ponto, MITRÍDATES VI. El nombramiento de SILA provoca fuertes conflictos entre él y MARIO, del partido de los populares, ya que MARIO es también nombrado por el pueblo, en una acción sin precedentes, comandante de las fuerzas militares en Asia Menor. SILA, ante la situación creada, decide marchar con sus hombres sobre Roma, creando el peligroso precedente de resolver las rivalidades políticas apelando al arbitraje contundente de las armas. SILA consigue la victoria y MARIO escapa a la provincia de África salvando la vida.

Apenas SILA se ha embarcado hacia Grecia, los populares recuperan el poder en Roma bajo el liderazgo de MARIO, después de su regreso, y CINNA. El nuevo gobierno, empieza por deponer a SILA, enviando a Grecia otro general, Valerio Flaco. Después ejercen un verdadero terror contra el bando conservador, que ha elegido a SILA, causando millares de víctimas. El principal responsable de toda esta situación, MARIO, después de su séptima elección para cónsul, muere repentinamente, en la fecha, dejando a CINNA como señor de Roma que se apropia indebidamente del poder consular.