GUERRA DELS SEGADORS. La revuelta catalana (1640-1652)

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OLIVARES cree que es el momento de incorporar a los catalanes a la política de la Corona.


Después de la victoria en el Rosellón, con ocasión de la Guerra de los Treinta Años, en la que han intervenido tropas castellanas y catalanas, OLIVARES cree que es el momento de incorporar a los catalanes a la política de la Corona y convoca Cortes en Poblet. Aunque según los fueros, debían celebrarse en Barcelona, los catalanes lo acatan en seguida, esperando poder solucionar sus problemas. Se dan prisa en poner en condiciones el monasterio para que albergue al séquito real, así como unos cotos donde el monarca se distrajera cazando y, por aburrimiento, no les incordiase como las veces anteriores. Sin embargo, no llega a fijarse la fecha en que deben comenzar las Cortes, que se retrasan indefinidamente.

En Catalunya, el primer hecho sangriento de graves consecuencias se produce en el castillo de Palautordera


La estancia de las tropas españolas en Catalunya son causa de altercados e incidentes con la población a lo largo de aquellos meses. El primer hecho sangriento de graves consecuencias se produce el uno de febrero de 1640. El señor del castillo de Palautordera, ANTONI de Fluviá, un pacífico caballero aficionado a la pintura, su mujer, su hija y sus criados son asesinados por las fuerzas del tercio napolitano de Spatafora. Desde entonces, en toda la zona montañosa del norte se suceden las escaramuzas entre payeses y soldados, con su cortejo de víctimas y de horrores.

Las tropas acantonadas en Catalunya, deben ser alojadas, alimentadas y pagadas a expensas del Principado.


Se publica una Pragmática Real, por la cual las tropas acantonadas en Catalunya, deben ser alojadas, alimentadas y pagadas a expensas del Principado, lo que ocasiona profundo malestar, especialmente entre la población rural, la más pobre. Y es que a los soldados profesionales de la época les acompañan sus familias y un buen número de vividores que florecen a su sombra. Es como toda una población nómada que de súbito cayese sobre el territorio. Además, los habitantes deben mantenerles a sus expensas y alojarles en sus propias casas siguiendo el criterio “que sia superior la gent de guerra a la gent de la terra”. De esta manera, en pocos días agotan las reservas de una comunidad campesina y entonces saltan sobre otro pueblo o villa como si fueran una verdadera plaga de langostas. La nobleza, el clero y la burguesía están exentos de esta obligación, que sólo recae en los más humildes, afectados entonces por una serie de malas cosechas y por la peste que se ha declarado en Salses.

La Diputació y el Consell barcelonés arremeten contra la orden de hospedaje de tropas.


El asesinato del señor del castillo de Palautordera ocurrido el pasado febrero, se divulga rápidamente por toda Catalunya. La Diputació y el Consell barcelonés arremeten contra la orden de hospedaje de tropas. Personas responsables que preveían las consecuencias, intentan encauzar la protesta por la vía legal, pero el conde de Sta. Coloma -el virrey- no quiere atender sus denuncias, prohibiendo, incluso, que los paisanos demanden judicialmente a los soldados culpables, como pretendiendo empujar a los campesinos a la violencia

En Catalunya, las levas no dependen de un decreto real sino de una decisión de las Cortes.


A OLIVARES, como es lógico, le interesa que esté en paz la zona fronteriza pero también le son imprescindibles los mercenarios, ya que, por lo impopular de la guerra, cada vez resulta más
difícil reunir soldados. Se expone que a la menor contrariedad, los profesionales se le pasen al otro bando. Por otra parte, a principio, la revuelta le parecía muy oportuna. Con los amotinados iba a poder cubrir el cupo de hombres para Italia que no había modo de reclutar. En Catalunya, las levas no dependen de un decreto real sino de una decisión de las Cortes. De ahí que las órdenes de OLIVARES al virrey son de severidad y dureza, sin atender a razones

El virrey, conde de Santa Coloma, ordena la detención del diputado militar FRANCESC de Tamarit.


Las relaciones entre la Diputació, que se niega reiteradamente a alojar tropas extranjeras y a contribuir a los gastos de una guerra que no interesa a Catalunya, y el Gobierno central, se tornan más tensas. En marzo de 1640, el virrey, conde de Santa Coloma, ordena la detención del diputado militar FRANCESC de Tamarit y de los consellers de Barcelona, Francesc de Vergós y Llorenç Serra que han acudido a él en demanda de soluciones.

En vista de que no se reúnen las Cortes, se suceden una serie de hechos sangrientos en Girona y la Selva.


En vista de que no se reúnen las Cortes, se suceden una serie de hechos sangrientos en Sant Feliu de Pallarols, Mallorquinas, Amer y en general en las comarcas de Girona y la Selva.

En Santa Coloma se abrasa vivo al alguacil real Miquel Joan de Monrodon que ha ido a poner orden.


En Santa Coloma de Farners, donde su población se niega a alojar a los soldados, se abrasa vivo -en la fecha- al alguacil real Miquel Joan de Monrodon que ha ido a poner orden.

El obispo de Girona excomulga a las tropas hispánicas por saquear e incendiar la iglesia de Riudarenes.


Combate entre los tercios napolitanos de Leonardo Moles y los vecinos de las zonas próximas llegados a Riudarenes los días 2 y 3 de mayo. Los tercios saquean e incendian la iglesia y el pueblo. A causa del incendio de esta iglesia, el obispo de Girona, Gregorio Parcero, excomulga a las tropas hispánicas.

Las tropas del tercio, en represalia al asesinato de Miquel Joan arrasan la ciudad de Santa Coloma de Farners.


Las tropas del tercio, en represalia al asesinato de Miquel Joan de Monrodon saquean y arrasan la ciudad de Santa Coloma de Farners. Desde este momento, ya no es cuestión de defenderse aisladamente. Todos se sienten amenazados por un igual. La difusión de esta horrible noticia enfurece a los campesinos catalanes. La revuelta se extiende por el Empordà, la Selva, el Vallès…de modo que los campesinos de los pueblos se van agrupando en bandas armadas para expulsar a las tropas. No se advierte en este alzamiento popular ni un mando único ni tampoco un plan de conjunto. Las bandas se limitan a hostilizar a la unidad militar más cercana, en una sucesión de emboscadas y de golpes de mano, empujándolas a todas hacia la costa donde las recoge la armada real