PACTO DE LOS TOROS DE GUISANDO

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Al ser reconocida como princesa heredera, el matrimonio de Isabel pasa a ser una cuestión de estado de primera magnitud.


Desde el mismo momento en que ISABEL es reconocida princesa heredera del trono castellano el matrimonio de Isabel pasa a ser una cuestión de estado de primera magnitud. El reconocimiento la convierte en objeto de muchas combinaciones políticas dentro y fuera de Castilla. Isabel tiene claro su deber de contraer matrimonio y tener descendencia. Dar continuidad a su dinastía, la Trastámara, dar continuidad a la monarquía que encarnará algún día, es para ella una misión sagrada, muy superior a cualquier otra consideración personal. Pero cumplir sus esperanzas como mujer y como princesa no resulta empresa fácil. Todos tienen sus propios planes, pero la cuestión es tan esencial para su vida, tanto en lo privado como en lo político, que Isabel no quiere quedar al margen de la decisión. Enrique IV, su hermanastro deseaba casarla con el rey de Portugal, pero ella se resistía a esa boda. Comprendía perfectamente que el matrimonio con el soberano portugués, por mucho que pudiera significar convertirse en reina consorte de Portugal, la apartaba de su objetivo: ser reina propietaria de Castilla.

Isabel reconocida por Enrique IV heredera de la corona de Castilla e Isabel reconoce a Enrique como rey.


ENRIQUE IV conoce la noticia de que JUANA la Beltraneja, que es aún soltera, se encuentra embarazada, lo que provoca su hundimiento moral. Tal estado anímico del rey permite, pues, que se llegue a un acuerdo. Así, en la Venta de los Toros de Guisando, entre Cadalso y Cebreros, término de El Tiemblo (Ávila) tiene lugar, entre ISABEL de Castilla y su hermano ENRIQUE IV, el “Pacto de los Toros de Guisando” (Nombre que proviene de unas toscas figuras de toro, labradas en piedra barroqueña, vestigios del pastoreo celta). Este pacto, incide en la ilegitimidad de JUANA al considerar la nulidad del matrimonio de ENRIQUE IV con la reina JUANA de Portugal, situación que el rey reconoce. Como conclusión se restablece la autoridad de ENRIQUE IV, pero a costa de una concesión capital: el rey deshereda por segunda vez a la infanta JUANA y reconoce los derechos de ISABEL. Así, en la fecha, ISABEL, es reconocida por ENRIQUE IV heredera a la corona de Castilla, y, la inversa, ISABEL reconoce como rey a ENRIQUE IV.

ISABEL, a quien beneficia la disputa sobre JUANA la Beltraneja, no ataca nunca por ello a ENRIQUE IV.


ISABEL, a quien beneficia la disputa generada con la presunta ilegalidad de JUANA la Beltraneja, no ataca nunca a ENRIQUE IV por lo que respecta a su vida conyugal (deja que lo hagan sus propagandistas…); se limita siempre al aspecto estrictamente jurídico del problema: el testamento de JUAN II de Castilla y el acta de los Toros de Guisando que le dan los fundamentos para reivindicar para sí misma la corona después del fallecimiento de su hermano ALFONSO. El problema esencial es la lucha entre la nobleza y el Estado que las discusiones en torno a la virilidad de ENRIQUE IV y sus desengaños conyugales no deben hacernos olvidar.

Enrique IV jura que Juana es hija legítima por lo que la proclama heredera de la Corona de Castilla. Hechos de Valdelozoya.


ENRIQUE IV de Castilla, enfadado porque ISABEL, su hermanastra, y heredera de la corona de Castilla se ha casado sin su consentimiento con FERNANDO, hijo y heredero de JUAN II de Aragón y Catalunya, proclama heredera -en la fecha- a su hija JUANA la Beltraneja después de jurar que JUANA es hija legítima. Ésta es prometida en matrimonio al duque de Guyena, hermano de LUIS XI de Francia, pero el duque muere a poco de celebrarse los esponsorios. Estos acontecimientos son conocidos en la historia como los “Hechos de Valdelozoya”

La reacción de PACHECO ante el matrimonio de FERNANDO e ISABEL, no se hace esperar.


La reacción de PACHECO ante el matrimonio de FERNANDO e ISABEL, que va en contra de sus planes de mantenerse indefinidamente en el gobierno del reino, no se hace esperar. Acusa a ISABEL de haber roto los compromisos contraídos en Guisando ya que en el documento público se señala que ISABEL se casará con quien el rey designe, aunque en el privado se especifica que debe mediar la propia voluntad de la infanta

Este año, fue el más difícil de ISABEL de Castilla para conseguir la titularidad de la Corona de Castilla.


El año 1470 fue el más duro y difícil en el camino de ISABEL de Castilla para conseguir la titularidad de la Corona de Castilla. El temor al enfrentamiento con el rey hace que FERNANDO e ISABEL se refugien en la fortaleza de Dueñas, bajo el amparo y protección de Pedro de Acuña, hermano del arzobispo Carrillo. A lo largo del año se producen toda una serie de contratiempos para el joven matrimonio. Entre ellas: las pérdidas de Valladolid y Medina del Campo, que reducen gravemente la zona territorial controlada por los príncipes; el apoyo nobiliario a ENRIQUE IV, que reparte mercedes, títulos y privilegios a las grandes familias. La situación de ISABEL y FERNANDO es casi desesperada, ya que la mayor parte de la nobleza está al lado del rey, niega el título de princesa heredera a ISABEL y muchas e importantes ciudades representadas en Cortes son partidarias de JUANA.

ISABEL y FERNANDO consiguen ir atrayendo a su lado a las ciudades y a una parte importante de la nobleza.


En la fecha, ISABEL hace público un manifiesto en el que da a conocer lo realmente estipulado en los Toros de Guisando y acusa a la reina de adúltera y a su hija JUANA de ilegítima. Aunque ISABEL en ningún momento deja de reconocer a ENRIQUE IV como a su rey, la situación que sigue al manifiesto es la de una nueva guerra civil. Durante más de un año, el país estará dominado por el desorden y la anarquia, con múltiples bandos enfrentados entre sí. Aunque, poco a poco, ISABEL y FERNANDO consiguen ir atrayendo a su lado a las ciudades y a una parte importante de la nobleza que ven en los jóvenes esposos una mayor garantía de estabilidad futura.